Juan Fielitz | Silencio

Inauguración
4 de septiembre de 2019
19h

4 de septiembre
– 4 de octubre, 2019

 

“El único silencio que conoce la utopía de la comunicación es el de la avería, el del fallo de la máquina, el de la interrupción de la transmisión…”

David Le Bretón

Muchas veces estamos tentados a pensar el silencio y el vacío con el mismo mecanismo perceptivo y por lo tanto, a explicar ambos como la ausencia de o como carencia en torno a algo. Pero se sabe que la tentación es velocidad y que la velocidad es una pista resbalosa.

Se puede definir el vacío por las pocas cosas que lo componen y el silencio como un grito implosivo o como la irrupción de un plano dentro de otro plano. Solo con esto estaríamos dando una definición de collage, pero Juan Fielitz va mucho más allá. Su obra toma la imagen como un perímetro en conflicto, un territorio al que bombardea con la violencia justa, introduciendo una burbuja de otro universo, una tensión extrema. En este sentido, el artista actúa como un experto cirujano, haciendo precisos cortes irregulares que generan un volumen exógeno dentro de ese territorio, una anomalía en la lectura. Filos, bordes y ángulos peligrosos, esto es lo que pone Fielitz muy cerca de nuestros ojos.

Hay mucho escrito sobre el silencio y existe una extensísima colaboración, en especial en la abstracción de comienzos del s. XX, con las artes visuales. Desde Malévich hasta Michel Asher o Alfredo Jaar, se ha dialogado (a veces discutido a gritos) con el silencio, Fielitz lo sabe y toma nota, pero su estrategia es otra; en esta selección hay una especial “escucha” a los sonidos de John Cage, otro de los grandes conceptualistas de la historia. Es así que las obras están compuestas de muchos tonos de blancos y muchos tonos de negros, es decir, con muchos matices diferentes de silencios. Por esto, lo que sobrevuela esta muestra, no es la búsqueda estética de Cage, sino su inquietud por incomodar, por reflexionar.

Otra forma de acercarse a este conjunto de obras (compuestas entre 2017 y 2019) es abordarlas como un ejercicio de ocultamiento, un juego de aparición/desaparición que genera una sensación de stalkeren el observador, una asociación fantasmal que nos lleva a otros niveles de extrañamiento. Podemos decir entonces que el trabajo de Fielitz tiene una dimensión hermética, porque también hay un diseño, un plan y hasta una emboscada.

Lo que se ve se escucha y lo que se escucha es brutal y elegante como la música de Blixa Bargeld. 

Claudio Burguez

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